La publicación en 1472 de un sencillo diagrama en xilografía
de apenas 65 mm de diámetro, correspondiente al mapamundi
tripartito de “T en O” inserto en la edición de las Etimologías
del obispo Isidoro de Sevilla, estampada por Günther Zainer en
Augsburgo dicho año, aun cuando revista cierto carácter anecdótico, marca un hito en la historia de la cartografía, por estar
considerado el primer “mapa” impreso en Europa.
Además de
las connotaciones que, por su origen, comporta con respecto a
Andalucía, la aparición de este modesto pero significativo grabado principia la serie de trascendentales cambios que tuvieron
lugar en el campo cartográfico a partir de entonces, gracias a la
generalización, en paralelo con el avance de la imprenta, de los
procedimientos de producción de imágenes múltiples, repetibles
con exactitud, que se convertirían en “el motor de una verdadera
democratización icónica” (RAMÍREZ, 1976: 24) y de la expansión iconográfica que, como rasgo esencial de cultura occidental
postmedieval, llega hasta el día de hoy.
Impresionante, de un sólo mapa a varios mapas...
Frente al corto número de manuscritos que integran la producción cartográfica hasta la segunda mitad del siglo XV, al requerir materiales valiosos y un considerable esfuerzo de artífices muy especializados por cada ejemplar, restringiendo así su alcance a círculos muy reducidos, la aplicación a la cartografía de sistemas mecánicos de reproducción potenció considerablemente su accesibilidad al disminuir su coste y multiplicar, por tanto, su circulación.
Un hecho que, por sí mismo, contribuyó, por un lado, a la consolidación y aceptación entre la sociedad de la mera “idea” de mapa y a su creciente propagación y uso con los más diversos propósitos (científicos y eruditos, de utilidad aplicada, simbólicos, representativos…), y, por otro, proporcionó un medio de transmisión de conocimientos más estable y fiable —aunque sólo relativamente— sobre el que cimentar futuros progresos, habida cuenta de su capacidad de suministrar una imagen idéntica simultáneamente a un amplio número de destinatarios, sustrayéndose al elevado grado de distorsión de que eran susceptibles las copias manuales.
Tipos de técnicas de grabado Cartográfico
Estas técnicas llamadas a predominar en la cartografía
impresa durante más de tres siglos, hasta el siglo XIX: si en 1472 se estampaba el citado mapamundi de Isidoro de Sevilla a partir
de un bloque de madera, en 1477 salía a la luz una edición de la
Cosmographia de Claudio Ptolomeo, publicada en Bolonia por
Domenico de Lapis, con 26 mapas impresos a base de planchas
de cobre grabadas.
Técnica de grabado en relieve en madera
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Grabado en relieve en madera |
Consistía en tallar con instrumentos cortantes (cuchillas, gubias, etc.) una matriz de madera (homogénea, dura, de frutales u otros árboles), eliminando parte de su materia para reservar en relieve los elementos de la imagen (líneas, puntos, letras), por lo que se conoció como grabado en madera o xilografía.
La manera principal de esta técnica era la xilografía “a fibra” o “al hilo”, la talla de tacos de madera cortada en el sentido de la veta. A fines del siglo XVIII el británico Thomas Bewick desarrolló la técnica del grabado en madera a “contrafibra” o “a testa”, con bloques de madera cortados transversalmente a la veta, trabajados a buril, que, empleado en ilustraciones, tuvo escasa aplicación en el ámbito cartográfico.
Tras entintarse la superficie en relieve de la matriz de madera, la imagen se trasladaba al papel aplicando presión con una prensa convencional.
Técnica de grabado en hueco en metal
En el grabado en hueco sobre metal o calcográfico, fue derivado de las prácticas de orfebres y artesanos del metal, el procedimiento era inverso: la imagen se perfilaba tallando surcos o trazos en profundidad sobre una lámina metálica pulida de cobre sobre
todo hasta el siglo XIX.
Mediante su incisión directa con instrumentos punzantes (buriles, punta seca, etc.) o su incisión indirecta (al aguafuerte, con ácidos corrosivos que atacan la matriz), combinándose en ocasiones ambas maneras. Mediante una cuidadosa aplicación, la tinta se introducía en dichos surcos, se limpiaba el resto de la superficie y, bajo la enorme presión de una prensa especial de rodillos denominada tórculo, el papel humedecido absorbía la tinta alojada en los surcos y reproducía la imagen de la lámina.
Como innovación en el campo de la calcografía surgió el grabado en acero, inventado en 1792 por el norteamericano Jacob Perkins para imprimir billetes de banco y adaptado en la década de 1820 por los británicos Ch. Warren y Ch. Heath para estampar ilustraciones, técnica que, en lugar de una lámina de cobre, empleaba como matriz una plancha de acero, cuya dureza permitía incisiones de extraordinaria nitidez, finura y detalle, aunque de aspecto frío, y tiradas muy copiosas con un desgaste mínimo.
Técnica de grabado fotomecánico
Técnica que, a diferencia de las anteriores, no recurría a la talla o incisión de una lámina, sino al trazado de la imagen mediante tintas grasas a pluma y pincel directamente sobre la superficie plana de una piedra calcárea muy pulida. Sometida esta matriz a una serie de procesos químicos basados en el antagonismo entre grasas y agua, al aplicarle la tinta ésta penetraba en los trazados, definiendo la imagen, estampándose en el papel con una prensa litográfica.
Las técnicas basadas en el uso de materiales fotosensibles para el traslado exacto de trazados y otras elaboraciones a soportes litográficos y otros dispositivos de impresión, desarrolladas de manera efectiva desde la segunda mitad del siglo XIX, conducirían a la definitiva modernización de los sistemas de reproducción empleados para la cartografía, hasta compaginarse en fechas recientes con los sistemas digitales.
Cuadro Comparativo de las
Técnicas de Grabado Cartográfico
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Técnica de grabado en relieve en
madera
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Técnica de grabado en hueco en metal
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Técnica de grabado fotomecánico
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El grabado en madera ofrecía las ventajas de la baratura de sus
materiales, escaso desgaste de la matriz, así como la posibilidad de
incorporar tipografía o estereotipos para las leyendas en el mismo bloque y
de estamparse por simple imposición o con prensas de imprenta, facilitando la
tirada conjunta de imágenes y textos, por lo que se utilizó con profusión
para libros ilustrados
En contrapartida, la talla era laboriosa y difícil, propensa a las
irregularidades, con un acabado que constreñía los matices y el nivel de
detalle, adoleciendo de cierta rigidez y tosquedad en su apariencia.
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El grabado en metal, a su vez, implicaba un proceso más complejo y
costoso, por el alto precio del cobre de las planchas, la fatiga a que se
veían sometidas, limitando las tiradas u obligando a regrabarlas, la dificultad
y tiempo que requerían algunas operaciones, el número de artífices y
operarios especializados necesarios y la exigencia de prensas especiales.
Compensaba el resultado, sin embargo, por su versatilidad plástica, la finura
de las terminaciones y el amplio registro de matices y pormenores que
confería a la estampa, cualidades que hacían del grabado calcográfico el medio
más idóneo para la reproducción de cartografía.
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Sus ventajosos costes, por su economía de tiempo, menor exigencia de
mano de obra y capacidad para largas tiradas, junto con su versatilidad y
otros méritos desde el punto de vista gráfico, motivaron que la litografía se
ensayase enseguida en la reproducción de mapas y que a partir de la década de
1820 se erigiese en el principal medio de la cartografía impresa, en
detrimento del grabado calcográfico que hasta entonces había ostentado la
preeminencia.
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Equipo e instrumentos modernos de técnica de grabado Cartográfico
Instrumentos pequeños que se caracterizaban por estar apoyados en tres puntos perfectamente nivelados, dos soportes con rulimanes y el tercero con la aguja que levantaba la emulsión del plástico, permitiendo así el trazo de los diferentes elementos y características a cartografiarse, estos instrumentos se conocen con el nombre de grabadores y eran manejados por las hábiles manos de los cartógrafos. El grabado cartográfico consistía en pasar la punta de un instrumento calibrado en milésimas de pulgada sobre las líneas respectivas para levantar la capa emulsificador y permitir el paso de la luz que servía para la impresión en base a la utilización de planchas litográficas.
Se fabricaron varios tipos de grabadores para ayudar en los diferentes trazos, de entre ellos los más usados fueron: Grabador giratorio: con este grabador se trazaban los caminos de doble línea, tenía una cuchilla con dos patitas paralelas, especial cuidado debía tenerse al afilar dicha cuchilla, pues el ancho de cada una de las patitas debía ser igual a la otra y el espacio entre ellas mantenerse constante, con el uso se desgastaba y podía cambiar las dimensiones, por ejemplo: para grabar el camino pavimentado de doble vía se utilizaba la de 32 milésimas de pulgada, cada patita de 6 milésimas y el espacio de 20 milésimas.
Grabador de puntos: diseñado para trazar cotas, este grabador se lo utilizó en los últimos años del proceso.
Grabador de líneas rectas: Con la ayuda de una regla permitía el trazo de marcos o márgenes de los mapas, se utilizaba con cuchillas que grababan 1, 2 o más líneas simultáneamente.
Piedra para afilar: para afilar agujas y cuchillas de grabadores.
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